Caen los ângeles del nido de Satán!
Todos!
Uno por uno caen en el
lamento profundo
de Paul Robson.
Sordos al desespero agudo de
Janis Joplin,
los hijos de Mefistófoles
precipitan los últimos ângeles del nido de Sátan.
Caen todos!
De Steinback
a Michael Moore.
De Will Eisner
a Andy Warhol.
No hay más ângeles en el nido de Satán.
Ninguno.
Cae Thomaz Jefferson.
Cae Benjamim Franklin!
Cae todos los ângeles del nido de Satán.
Solo el aúlio de Ginsberg
acompaña la caída de los ângeles del nido de Satán.
y postrero verso de Whitman,
en melancólico vuelo de réquiem
a lo que fue una nación
No resta ni uno!
Ni los más puro como Henry Muller.
Tampoco los insertos e dudosos como Thomaz Edison.
Se precipita James Dean,
Incendian Astaire
Ginger Rogers
que envenena la gran águila del norte.
El gran buitre de Satán.
Uno por uno caen todos.
Sus alma que encomiende
Mahalia Jackson,
pues los ângeles fueram expulsados
y no hay más esperanzas para los
hijos de Satán.
Ni Tom Waits
NI Tom Sawyer,
bombardeado.
Marilyn Monroe cuarteada,
Hemingway estacado,
Gore Vidal no llora más
pues nada resta en el nido de Satán
Kerouac salió de la ruta,
y Twain llora sobre el cuerpo de uno dilacerado Huck Finn,
pues ni Clemens sobrevive en el nido de Satán.
Poe y Pound contabilizan que
nada restó de angélico en el nido de Satán.
Nada!
Nadie!
Ni el veludo de Ella Fitzgerald.
Absolutamente nada.
Avergonzado, Chomsky regacea,
Bonnie y Clyde lloran como niños olvidados
En el nido de Satán.
Solo el arauto del hastio fétido
y el asombrar de los zuimbis.
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